Me encanta esta canción. Cuando empecé con el blog. no sabía
la cantidad de canciones que me iban a ayudar por el camino. Y es que por suerte,
no soy la única en querer arreglar el mundo, ni a las personas, ni a mí misma.
Decir, con el corazón en la mano, que siempre trataré de
ayudarte, no es tarea fácil, pero es verdad. Y lo mejor, es que creo que todos
somos de VERDAD, y en el fondo nuestras necesidades se parecen mucho más de lo
en principio imaginable.
Los deseos de felicidad, inscritos a fuego lento en nuestra naturaleza
humana, comienzan a cumplirse cuando uno descubre que son más importantes los
de los demás que los propios, y que es, en ese hacer felices a los demás (simplemente
estando ahí para lo que necesiten), cuando uno encuentra la verdadera
realización personal y por tanto la esencia de la Vida.
Si te gusta esta canción…recuérdame cuando la escuches.
Hace poco, escribía sobre“el dolor ajeno”, sobre lo increíble que resulta comprobar que personas
desconocidas, de pronto se vuelvan importantes y nos sintamos de manera
espontanea, unidos a ellas con una especie de lazo invisible. Lo suyo, su
sufrimiento, se hace un poco “nuestro” y quisiéramos poderles expresar nuestro pesar,
nuestro afecto y nuestro apoyo.
Ahora, por razones bien distintas, compruebo una vez más,
como ese lazo del que hablaba, existe en realidad. No lo vemos, la mayor parte
del tiempo ni siquiera lo notamos, pero de forma inesperada, experimentamos
como cobra fuerza y empieza a tirar y tirar, llegando incluso a apretar más de
la cuenta.
Estos días, con la celebración de las Olimpiadas de Londres,
espero no haber sido la única que lo he notado. Hemos sido testigos de cómo jóvenes,
alcanzaban sus sueños. Y en la medida en que se traducía en su rostro, el
esfuerzo y la ilusión, y la competición se volvía interesante, la emoción nos envolvía
también a nosotros. Les decimos a gritos, ¡¡vamos, vamos!! Estamos ahí motivándolos
desde la lejanía, sintiéndonos orgullosos como si fueran nuestros hijos,
hermanos…Lo mío es peor, como soy una sensiblona, tengo que reconocer que el
pelo se me pone de punta, la piel de gallina y la lagrimilla asoma por mi ojo
derecho cuando por ejemplo veo a las nadadoras de sincronizada darnos un espectáculo
tan bello como el que nos han dado.
La trasmisión de emociones potentes positivas, nos llena de
energía y nos hace sentirnos unidos, ni siquiera hace falta que lleven la
bandera de nuestro país, en realidad cualquier trabajo bien realizado (otro
ejemplo para mí ha sido ver los saltos increíbles de trampolín de la final de
10 metros, entre China, EEUU y Reino Unido) nos puede llegar al alma.
Me encantaría decirles a cada uno: ¡Increíble chaval/a, eres increíble!
¡Gracias por el esfuerzo y la dedicación!
PD: Cada vez entiendo mejor a los padres llorones de “Lluvia
de estrellas”