Muchas son las personas que me he ido encontrando y que me
han dicho que es una película que no quieren
ver. Eso de ver sufrir a los demás, lejos de llevarles a algún lado
positivo, les parece innecesario e incluso “grotesco”.Se trata de una película emotiva que se cala en los huesos, que entra por cada poro y te golpea en el pecho, que te lleva primero hacia adentro para devolverte luego a la realidad más absoluta: no somos nadie y a la vez somos lo más preciado.
Lo único que he echado de menos es algo de transcendencia explícita, aunque se intuye en varios momentos de la película.
Deberías ir a verla! Al menos a mí me ha servido para querer
ser mejor, hacer las cosas mejor, aprovechar cada minuto y cada instante,
valorando por encima de cualquier cosa (no solo en mi interior sino en mi
rutina diaria) el hecho de estar rodeada por personas a las que quiero y que me
quieren, y sobre todo para concretar en un acto diario de agradecimiento el
regalo más maravilloso que me ha dado Dios, mis hijos.
Enhorabuena al
director, que conscientemente o no, ha conseguido tan increíble objetivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario