Debemos tener cuidado
con las pequeñas manías. Casi todos podemos tener alguna, e incluso comenzar
como un entretenimiento o algo divertido. Podemos comenzar a darle dos veces al
dosificador del jabón, sin prestarle mucha importancia, de pronto un día, nos
damos cuenta de que SIEMPRE lo apretamos dos veces, entonces intentaremos darle
solo una, pero ¡ah!, notamos que algo no va bien, nos sentimos mal, que
tontería, que más da, total que le dé dos veces no le molesta a nadie, y vuelvo
a darle dos veces. Poco a poco, habré creado una dependencia, y cuando quiera
parar de hacerlo, seré incapaz.
Por poner un ejemplo,
en la potomanía (obsesión por beber agua, más allá de los límites saludables)se
sigue un patrón bien parecido al que se obsesiona por la actividad deportiva o
hacer dietas para estar delgado. El limite, la línea que separa la preocupación
sana de la que no lo es, es el quid de la cuestión. Cuando comprobamos que
nuestra vida ya no es la misma, que nos pasamos el día con estos pensamientos
en la cabeza, cuando para liberarnos de la ansiedad que produce esa
preocupación, tenemos que realizar una conducta que nos alivie, se crea un
circulo vicioso: al beber agua compruebo como mejoro y me alivio, pero a la
vez, refuerzo el pensamiento de que el agua es necesaria para estar sano y/o
adelgazar, y la obsesión sigue creciendo, sin darme ,cuenta, estaré esclavizado
por una botella de agua. El problema, claro está, es que además del trastorno psicológico
que se padece y hace sufrir, la salud física puede verse, gravemente
perjudicada.
Con mucha probabilidad, nos encontraremos con una tendencia
innata o adquirida a la obsesión, o una preocupación excesiva por la salud y el
propio cuerpo. Con una baja autoestima e incluso con síntomas depresivos.
Vivimos en una sociedad que huye de la enfermedad y en su afán por conseguir un
estado pleno de salud, nos invade con pautas o conductas que la promueven. En
el caso del agua, además, aparecen factores estéticos asociados: nos ayuda a
estar más guapos, a tener mejor piel, a adelgazar, a depurarnos… una vez más,
el problema es el exceso de información, o mejor dicho, el uso equivocado o mal
interpretado que se llega a hacer de ésta.
Cuando, por ejemplo, hemos experimentado como efectivamente
una mayor ingesta de agua, nos ayuda a eliminar líquidos retenidos, y por lo
tanto a perder peso, podemos “coger la manía” de ir siempre con una botellita
en la mano. No tiene por qué llegar a convertirse en un peligro, de hecho, si
no supero la cantidad de agua necesaria y normal, no pasará nada, será incluso
un buen hábito. Pero, en personas con tendencia obsesiva, preocupados en exceso
por estar delgados, como en el caso de la anorexia o bulimia, podemos llegar a
perder la noción de lo saludable, y engancharnos desesperadamente a la conducta
de beber, creyendo así, que cumpliremos con nuestro objetivo marcado de perder
peso.
Las personas con Potomanía, deberán someterse junto a un
tratamiento médico, que les ayude a normalizar los niveles de agua en su
organismo, a una terapia psicológica, cuyo objetivo será a partir de la toma de
conciencia del problema, el control de los impulsos y sobretodo la mejora de la
estabilidad emocional del paciente. Ayudando a trabajar aspectos como la
autoestima y la calidad de vida. En definitiva, como suelo siempre concluir,
aumentar el grado de felicidad y seguridad, percibidos por el paciente.
Adjunto el artículo
publicado por EFE en el que colaboro
http://www.abc.es/20120907/sociedad/abci-enganchadas-botella-agua-201209071104.html